Hoy en día hay tantas cosas a nuestro alrededor que nos pueden quitar la alegría. Hasta mirar los comentarios de una publicación en el continente digital o las de un vídeo que te gustó puede resultar deprimente. Pero también lo es tratar de mantener una actitud positiva en medio de los desafíos de los acontecimientos actuales. A veces puede resultar abrumador para nosotros. El antídoto es que como cristianos bautizados somos personas que no sólo creemos en la esperanza que Cristo nos da, sino que tenemos el desafío de dar testimonio de esa esperanza para que otros puedan tener esperanza. Así cambiar la sociedad.
Según la Asociación Psiquiátrica de América “El 30% de los estadounidenses entre 18 y 34 años dicen que se sienten solos todos los días o varias veces a la semana, y los adultos solteros tienen casi el doble de probabilidades que los adultos casados de decir que se han sentido solos semanalmente durante el año pasado." Es decir, 3 de cada 10 personas se sienten solas y olvidadas. Pueden ser tus amigos, compañeros de clase, compañeros de trabajo o familiares. Pero sabemos que Cristo vino al mundo para estar en el mundo, para estar presente en los necesitados, para dar esperanza a los desesperanzados y llevar la misericordia y el perdón de Dios a los necesitados. Como cristianos bautizados tu y yo compartimos el llamado de imitar a nuestro Señor Jesús. Eso significa estar presente, extender esperanza y amor, compartir palabras de perdón, aliento y paz con quienes necesitan escucharlas. Durante el Año Jubilar: Peregrinos de Esperanza, el Santo Padre nos invita a centrarnos en cómo nuestras acciones pueden hablar de nuestra Esperanza. "El cristiano no puede contentarse con tener esperanza; debe también irradiar esperanza, ser sembrador de esperanza. Este es el don más hermoso que la Iglesia puede hacer a toda la humanidad, sobre todo en momentos en que todo parece arriar las velas."
3 de cada 10 personas se sienten solas y olvidadas. Pueden ser tus amigos, compañeros de clase, compañeros de trabajo o familiares.
Creemos que la mejor manera de compartir nuestra fe es con nuestro ejemplo, dijo San Antonio de Padua: “Las acciones hablan más que las palabras. Deja que tus palabras enseñen y tus acciones hablen”. Durante este año jubilar trabajemos en cómo vivir estas palabras a través de nuestras acciones. Porque es a través de nuestras acciones que se difunde la esperanza. Aquellos que se sienten solos o desesperados pueden renovar su fe con nuestro ejemplo. Este es el propósito de este Año Jubilar, testificar a aquellos, especialmente en nuestros círculos internos, que hay esperanza y que usted y yo estamos comprometidos a hacer lo que sea necesario para hacerles conocer esa esperanza.
Las acciones hablan más que las palabras. Deja que tus palabras enseñen y tus acciones hablen
Algunas preguntas que podemos hacernos durante este año son: ¿Cómo estoy compartiendo el amor de Dios a través de mis acciones? ¿Qué puedo hacer para ser más intencional al compartir mi fe a través de mis acciones? ¿Quién necesita saber que no están solos? Comprometámonos a ser esperanza para aquellos que necesitan escucharla a través de nuestras acciones.
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